FESTIVAL DE TEATRO DE CALLE El TAC arranca con una alerta: ¿Se extingue la cultura en favor del entretenimiento?
FESTIVAL DE TEATRO DE CALLE
El director del Circo Price, Pere Pinyol, recibe el homenaje del Festival en el acto de inauguración
22.05.13 - 21:53 -
Toda buena explosión de placer requiere de unos trabajados prolegómenos. Los de la decimocuarta edición del Festival Internacional de Teatro y Artes de Calle de Valladolid discurrieron ayer entre palés industriales. La instalación artística Palet Project envolvió en el Lava el acto de inauguración del Festival que vive hoy su primera jornada fuerte. Tocaba celebrar el tradicional homenaje de cada año, en esta ocasión dedicado al mundo del circo en general y al espacio que mejor representa esta disciplina en particular: el mítico Circo Price de Madrid.
Su director actual, Pere Pinyol, recogió triunfante el galardón minutos antes de soltar una píldora indigesta (toda fiesta tiene su momento negro, de desconcierto, luego todo se olvida), acerca del futuro de la cultura a la vista de los brutales recortes: «El futuro va indicando que habrá que ser rentable sin aportación municipal. ¡Espero que eso no ocurra en Valladolid! Eso supone la eliminación del concepto de cultura y el sello grande de entretenimiento como género para competir con la empresa privada».
«Es la clave –añadió– del presente y del futuro, de lo que va a pasar en España. Hasta ahora teníamos claro qué era una programación de teatro privado, y de teatro público. Ahora hay una confusión terrible porque los márgenes se han diluido. Una empresa privada que no lo está pasando bien exige terreno a los espacios públicos y los espacios públicos exigen programaciones más cerca de lo privado para compensar los ajustes económicos. Se está creando un desequilibrio no resuelto. Lo privado y lo público nos estamos pisando».
Lo dice quien gestiona un espacio (el legendario Price, de caracter privado, fue fundado por Thomas Price allá por 1880) que en su nueva etapa depende del Ayuntamiento de Madrid y ha visto reducido su prespuesto en un 90% con respecto al año pasado, con las mismas exigencias de calidad, originalidad y proyección internacional. No ha ocurrido lo mismo con el Festival de Valladolid que, recordó Javier León de la Riva, esta edición ha conseguido mantener intacto el presupuesto.
Pero el inicio de la fiesta debía continuar y los presentes tenían delante al representante de un espacio que es un referente a nivel internacional en cuanto a exhibición de tendencias de circo contemporáneo: «Nuestra obligación es que en España se pueda ver el mejor circo que se hace en el mundo. Para eso trabajamos, para atraer todas las compañías que están haciendo el circo del futuro: Australia, Canadá, Francia, y cada vez más países», explicó Pere Pinyol. «El Price no renuncia al circo convencional, ambos coexisten, pero sí entendemos que hay un nuevo lenguaje que era desconocido en España».
El marco protocolario obligó a la presentación del jurado de las diferentes secciones (se otorgará un premio en Valladolid Propone, otro en Estación Norte y cuatro premios en Sección Oficial) que, como cada año, se ha seleccionado atendiendo a criterios de «diversidad en el origen profesional de cada miembro», especificó la concejala de cultura, Mercedes Cantalapiedra. Todos ellos proceden de diversas áreas de trabajo: dirección de festivales, docencia, investigación, programación cultural, producción y distribución, artes plásticas, dirección artística e interpretación.
Poco después del acto comenzaban los primeros espectáculos. Uno de ellos, de gente de casa: Rayuela Lab y The Freak Cabaret Circus abrían boca en la Sala Blanca del Lava con una particular visión del ‘Zoo de Cristal’, de Tennessee Williams, que aún puede verse hoy.
«El circo siempre se ha alimentado, y sigue haciéndolo, del riesgo, del juego, la ilusión, la tensión del espectador», dice Pinyol.
El espectador, indiscutible coprotagonista en estos días, junto a los artistas, que van llegando poco a poco a Valladolid. Lo destacó ayer el alcalde: «El festival sigue trabajando por enriquecer y sorprender la capacidad crítica del público». El público es quien tiene casi la obligación hasta el domingo de entregarse al disfrute: El placer está servido. Y un llamamiento a la tolerancia: si usted ve un autobús que se para en medio de la calzada y un locuelo gesticulando entre el gentío, no se asuste. Bájese y disfrute. ¡Los comediantes toman la calle!
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