La consagración del nuevo circo
SANTIAGO FONDEVILA - 28/12/2005
Leandre Ribera y Claire Ducreux fueron los responsables y protagonistas de Madame et monsieur, un espectáculo gestual de clown que bebía del cine mudo y que hace tres años fue una de las perlas de la programación de la Fira de Tàrrega y más tarde del Poliorama. Ambos, junto a Teresa Celis, asimismo directora técnica de Rodó, firman la idea del décimo Circ d´Hivern del Ateneu de Nou Barris. Y el resultado es, por decir una de las cuatro o cinco palabras del espectáculo, fantástico. Aunque cabría añadirle muchos otros adjetivos que, sin embargo, no plasmarían la magia de esta creación que avala tanto al Ateneu en tanto que espacio donde tenazmente se ha forjado una tradición de circo contemporáneo única en el país, como a Leandre Ribera, quien en su día fue tentado por el Cirque du Soleil, pero venció la tentación para suerte de todos nosotros.
Rodó es un espectáculo plástica y conceptualmente (por el humor) blanco, cuyo título hace referencia a una omnipresente esfera que se metamorfosea y alrededor de la que se construyen no pocos de los números. Una creación plagada de pequeñas ideas sorprendentes que nos mueven a la risa o nos remueven las emociones, en el que la poesía visual se une con la ternura dentro de un juego ininterrumpido. En Rodó, cada intérprete tiene su personaje, desde la payasa Cristina Solé que hace bueno lo de que no hay mejor gag que una buena caída, hasta Claire Ducreuex, aquí como impagable bailarina-payasa. Y, si en ella el movimiento le viene de oficio, hay que significar el dominio corporal de todos los intérpretes, incluso de los teóricamente más rígidos, como el portador y acrobata Rafael López. Pero a las luminosas ideas, a esos destellos de un imaginario desbordante, hay que sumar una muy atinada dirección de actores sobre una muy acertada banda sonora. Sí, de actores, porque los intérpretes de Rodó no son meros, atléticos, gimnastas, sino miembros de un grupo homogéneo con un común tamiz de payaso, aunque cada uno con su personalidad y sus habilidades, claro, como Candice Bores (cuadro aéreo), Antònia Ruiz (cuerda y aéreos) o Karl Stets (cuerda floja) .
Ciertamente que el escenario del Ateneu resulta algo pequeño para este espectáculo, que merece una explotación comercial en otro teatro de la ciudad. Eso, amén de los seguros bolos que le surgirán. Afortunadamente, el Ateneu ya comenzó el pasado año con el Circo Klezmer la venta de sus creaciones. Y con grandes resultados (36 bolos y 7.985 espectadores). En suma, unas producciones maduras que reivindican el apoyo máximo de las instituciones, porque está claro que ya existe un nuevo circo en nuestro país.
SANTIAGO FONDEVILA - 28/12/2005
Leandre Ribera y Claire Ducreux fueron los responsables y protagonistas de Madame et monsieur, un espectáculo gestual de clown que bebía del cine mudo y que hace tres años fue una de las perlas de la programación de la Fira de Tàrrega y más tarde del Poliorama. Ambos, junto a Teresa Celis, asimismo directora técnica de Rodó, firman la idea del décimo Circ d´Hivern del Ateneu de Nou Barris. Y el resultado es, por decir una de las cuatro o cinco palabras del espectáculo, fantástico. Aunque cabría añadirle muchos otros adjetivos que, sin embargo, no plasmarían la magia de esta creación que avala tanto al Ateneu en tanto que espacio donde tenazmente se ha forjado una tradición de circo contemporáneo única en el país, como a Leandre Ribera, quien en su día fue tentado por el Cirque du Soleil, pero venció la tentación para suerte de todos nosotros.
Rodó es un espectáculo plástica y conceptualmente (por el humor) blanco, cuyo título hace referencia a una omnipresente esfera que se metamorfosea y alrededor de la que se construyen no pocos de los números. Una creación plagada de pequeñas ideas sorprendentes que nos mueven a la risa o nos remueven las emociones, en el que la poesía visual se une con la ternura dentro de un juego ininterrumpido. En Rodó, cada intérprete tiene su personaje, desde la payasa Cristina Solé que hace bueno lo de que no hay mejor gag que una buena caída, hasta Claire Ducreuex, aquí como impagable bailarina-payasa. Y, si en ella el movimiento le viene de oficio, hay que significar el dominio corporal de todos los intérpretes, incluso de los teóricamente más rígidos, como el portador y acrobata Rafael López. Pero a las luminosas ideas, a esos destellos de un imaginario desbordante, hay que sumar una muy atinada dirección de actores sobre una muy acertada banda sonora. Sí, de actores, porque los intérpretes de Rodó no son meros, atléticos, gimnastas, sino miembros de un grupo homogéneo con un común tamiz de payaso, aunque cada uno con su personalidad y sus habilidades, claro, como Candice Bores (cuadro aéreo), Antònia Ruiz (cuerda y aéreos) o Karl Stets (cuerda floja) .
Ciertamente que el escenario del Ateneu resulta algo pequeño para este espectáculo, que merece una explotación comercial en otro teatro de la ciudad. Eso, amén de los seguros bolos que le surgirán. Afortunadamente, el Ateneu ya comenzó el pasado año con el Circo Klezmer la venta de sus creaciones. Y con grandes resultados (36 bolos y 7.985 espectadores). En suma, unas producciones maduras que reivindican el apoyo máximo de las instituciones, porque está claro que ya existe un nuevo circo en nuestro país.
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