Sabor a tierra
Una clara continuación del espíritu de fiesta compartida y aire popular espontáneo, de los haceres artesanos y la dramaturgia circense de la excelente De farra, que el mismo Oliván nos dio a conocer hace dos años.Las de Enclave son piezas muy enraizadas y en clave popular: espectáculos que renuncian a la hipocresía de la representación teatral asépticamente limpia para, al contrario, presentar más personas que personajes, acciones conjugadas en tiempo presente, una reivindicación de lo que el teatro y el circo y la música y la danza pueden tener de más artesanal y directo.
El aire de familia, de vieja y convivencial troupe circense, es lo que Homeland sin duda busca, aunque no lo consiga plenamente todavía. Para un tipo de propuesta en la que los intérpretes aportan tanto, la bisoñez de alguno de ellos, la procedencia muy dispar del conjunto, no deja de notarse. Oliván asume un riesgo, como el chaval que salta al vacío en escena bajo el envite del confía en nosotros de sus compañeros. Y es también éste el salto de Oliván: un juego de seducción a corazón abierto,, desequilibrado como cualquier organismo en crecimiento.
Joaquim Noguero
La Vanguardia 11/03/2007
Una clara continuación del espíritu de fiesta compartida y aire popular espontáneo, de los haceres artesanos y la dramaturgia circense de la excelente De farra, que el mismo Oliván nos dio a conocer hace dos años.Las de Enclave son piezas muy enraizadas y en clave popular: espectáculos que renuncian a la hipocresía de la representación teatral asépticamente limpia para, al contrario, presentar más personas que personajes, acciones conjugadas en tiempo presente, una reivindicación de lo que el teatro y el circo y la música y la danza pueden tener de más artesanal y directo.
El aire de familia, de vieja y convivencial troupe circense, es lo que Homeland sin duda busca, aunque no lo consiga plenamente todavía. Para un tipo de propuesta en la que los intérpretes aportan tanto, la bisoñez de alguno de ellos, la procedencia muy dispar del conjunto, no deja de notarse. Oliván asume un riesgo, como el chaval que salta al vacío en escena bajo el envite del confía en nosotros de sus compañeros. Y es también éste el salto de Oliván: un juego de seducción a corazón abierto,, desequilibrado como cualquier organismo en crecimiento.
Joaquim Noguero
La Vanguardia 11/03/2007
Comentaris
Després: M'agrada que els articles sobre "art" vagin a fons, com aquest. Jo coincideixo a destacar en "Homeland" el tractament del actor com a persones més que com a personatges. De fet era un afegit que ja estava a la primera versió de l'article "El circ es cola al Mercat de les Flors" (que està penjat per aquí sota), però ho vaig treure perquè em semblava que desviava l'atenció del tema principal de l'article. Però tornant al tema, crec que això és un dels trets més destacables de "Homeland": Tractar "personalitats", talment com posar una persona del carrer en un escenari i ala! Clar que la persona té certes habilitats, però això només afecta al COM s'expressarà i no el QUÈ expressarà. Diferent és el tractament dels personatges a "Le vertige" (continuant la comparació) que no tenen profunditat, són només objectes al servei de la coreografia, com els colors a la paleta d'un pintor. Què diferent seria un quadre en que els colors hi poguessin dir la seva! I això és el que passa a "Homeland". Tot i així, no se li pot treure l'adjectiu d'experimental ja que no hi ha una coherència dramàtica, ni estètica, ni un treball actoral complet, falla una direcció que articuli la espontaneïtat (com a mínim crec que l'espectador ho agrairia).
O sigui, el Joan Ramon ja ho ha dit moltes vegades i (aquest cop té raó): NO EXISTEIXEN DIRECTORS DE CIRC.